La Asociación Cultural “Talia” ha cedido al Museo de San José María Rubio, una piedra tallada que data del siglo XIX, con la que se pretendió homenajear en su día a un monje fallecido en la localidad en 1855 a consecuencia de una epidemia de cólera. El Museo será inaugurado el próximo martes 4 de mayo.
La Asociación Cultural “Talia” cedió hace unas semanas al Museo del Padre Rubio una piedra tallada procedente del siglo XIX, que conservaban sus componentes, por considerarla elemento integrante de la historia de Dalías y que no había podido ser expuesta ante la ausencia de un espacio museístico local. Con esta piedra, la localidad pretendió recordar al presbítero, Fernando Cardín y Materón, que se encontraba en Dalías durante la epidemia de cólera que asoló estas tierras en la mitad de dicho siglo.
En la piedra podemos leer “A la memoria del Rvdo. Presbítero, Don Fernando Cardín y Materón (Q.E.P.D.) Esclaustrado de la Orden de los Capuchinos, Cura Coadjutor y Beneficiado de esta Villa de Dalías, víctima de su celo apostólico en la epidemia de cólera-morvo, cuyo fallecimiento tuvo lugar el 30 de Julio de su mañana de 1855, a los 55 años de su edad”, y le dedica después unas frases de elogio que aún se ven incompletas porque está tapadas con cemento de obra.
Esta placa estuvo colocada en la mesa del presbiterio de la iglesia parroquial de Santa María de Ambrox en Dalías hasta 1994 coincidiendo con las obras de rehabilitación del templo tras el incendio del año anterior, sin que nadie advirtiera las inscripciones al retirarla, y recientemente fue rescatada por miembros de esta Asociación.
De la inscripción se obtiene bastante información sobre el municipio en el año 1855 confirmando tanto la importancia de la parroquia por la presencia del monje esclaustrado la Orden de los Capuchinos como Coadjutor y beneficiado, como la virulencia con la que actuó el cólera sobre los habitantes de Dalías, de lo cual ya el médico de la villa Manuel Rodríguez Carreño dejó constancia en el libro editado en 1859, apenas 4 años después de la muerte del presbítero. En su libro este médico destacaba la muerte de los facultativos que atendían a los enfermos contagiados por la propia enfermedad, por la que murieron 402 personas, y entre ellas debió contabilizarse la muerte de este monje recordado en la placa, de los más de 1475 vecinos y vecinas de todas las edades que fueron invadidos por la epidemia.
La piedra fue tallada por el canterano virgitano Antonio Ruiz de la Blanca, de quien se conocen obras de gran prestigio y valor, siendo uno de los artistas de la piedra mejor considerados en su época, lo que también hace suponer que el pueblo de Dalías se sintió muy agradecido hacia el fallecido, eligiendo a este canterano para realzar el homenaje. Desde esta asociación queremos manifestar nuestra satisfacción porque la placa pueda ser admirada por todos, a través del Museo de San José María Rubio, pues no en vano, este santo daliense también oficiaba misa cuando venía a Dalías sobre la mesa de altar donde se encontraba la piedra labrada, lo cual sucedió por última vez en el año 1924, cuando visitó su pueblo de misiones, así como nuestro deseo de que en un futuro puedan llevarse a cabo tareas de limpieza sobre la placa con garantías de su conservación, para que podamos conocer y estudiar todos sus grabados.
La foto de la placa se incorporará también el museo virtual que se está elaborando para colocar en la web, dentro de la labor que se viene realizando a través del Archivo Talia Histórico Daliense [AT-HD], y recordamos que si conoces alguna vivienda que vayan a derribar y se vaya a tirar herramientas, utiles de labranza, o cualquier otro elemento que forme parte de nuestra historia, te pongas en contacto con nosotros e intentaremos su conservación, o al menos su digitalización, para su incorporación al próximo museo virtual, hasta que Dalías cuente con su propio local museístico.
Afortunadamente estabais ahí vosotros (Talia) para evitar que un documento importante de la historia local fuese a parar a un vertedero. Otra vez mil gracias por vuestro celo.
Lo que me extraña es como no vieron las inscripciones quienes la retiraron de donde estaba, para poder quitarla integra y evitar su rotura