Entre las excusas que más se repiten hoy y la más oída: “por culpa de los recortes”.
Aunque el sentido común no hay que explicarlo, hay ocasiones y motivos que lo hacen ineludible. Pido disculpas a esas personas “tan ágiles” para que tomen buena nota para no hacer difícil lo sencillo.
Las cosas que hacemos con tanto esfuerzo las personas discapacitadas físicas, los ancianos y las personas con movilidad reducida nos implican la concentración de todas nuestras mejores energías y de los más sinceros esfuerzos.
Pero la satisfacción que nos da poderlas compartir con los demás y que nos ayuden es la confirmación de que estamos hechos para la comunicación y para la entrega. Cuando NO nos dan la atención y las facilidades que precisamos como personas, y las establecidas por Ley, sentimos dolor, tristeza e impotencia. “Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: Hay más alegría en dar que en recibir”. Hch 20,35.
Ayer fui testigo en primera persona y como afectada de no poder visitar el Museo de San José María Rubio, en Dalias, el ascensor estaba desconectado “por los recortes”, me comunico la persona que allí se encontraba. ¡Hombre!, me parece bien la medida generalizada pero para las personas discapacitadas tendrá que existir algún acceso viable. ¡Nada son órdenes y yo no puedo hacer nada!. Bueno sí, le regalaré un recuerdo de San José María Rubio y le pondré la tv, para que vea algo.
Es cierto que junto a los momentos de especial intensidad y de especial cuidado, también vivimos espacios de nuestra vida en la distracción, en la superficialidad, en la mirada caprichosa y ausente. Pero en nuestro camino de fe que vamos recorriendo juntos siento que el tiempo se aprovecha mucho más cuando lo vivimos “como lámparas encendidas” y colaboramos activamente para bien de los demás. Sr. Encargado aunque le pille la vida con las manos y el tiempo ocupados, que tu corazón sea un poco más generoso y no quede afectado por los recortes.
Como somos mensajeros de Dios, al que tiene ganas de trabajar, de implicarse, de servir, siempre se le renuevan las fuerzas, la ilusión y la creatividad. Los problemas dejan paso a las oportunidades y la vida se convierte en una apasionante aventura compartida, en la que continuamente se le presentan ofertas para amar.
Nunca es tarde para inaugurar esa preciosa capacidad que Dios nos ha regalado de crear, de aportar, de sumar. Vivo en Madrid, asistí el 4 de Mayo del año 2003 a la canonización de San José María Rubio y visito anualmente su cripta, en los Jesuitas de la C/. Maldonado, Él seguro me propiciará otra ocasión para poder visitar su museo en su pueblo natal.
Ángeles Hernando
Carta publicada en http://www.telealmerianoticias.es/