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Dalías/El Ejido en el primer tercio del siglo XX (I)

Gabriel García Fornieles. En la configuración de sus imágenes se aprecia la ambigua convivencia de elementos arquitectónicos nuevos y tradicionales en el conjunto urbano

http://www.elalmeria.es  PEDRO PONCE |  09.03.2014

Gabriel García Fornieles fue testigo, por una parte, de la Dalías que ya había experimentado, en su trama urbana y caserío, los cambios generados por la minería y el bache debido a la profunda crisis de la misma, y, por otra, la de los grandes cambios, los cuales la harían irreconocible, gracias al parral y al desarrollo del Campo/El Ejido con Fuente Nueva, como muestran las fotos de varias plazas, calles, casas, entre otras la del propio fotógrafo, y cortijos, la que representa el de Cueva Blanca es extraordinaria. En la configuración de estas imágenes se aprecia la ambigua convivencia de elementos arquitectónicos nuevos y tradicionales.

En 1907 Bernardo Rubio Capilla, desde Celín, escribía: «Dalías una población que cuenta con una Vega tan hermosa, con un Campo tan extenso, y con una Sierra tan rica», y, al mismo tiempo, Jesús Reyes Martínez, lo hacía desde el Litoral: «Heme, aquí en Balerma, en este ignorado rincón del mediodía, gozando de los mil encantos, con que la naturaleza se ha dignado embellecerlo». La villa se encuentra en el interior, pero Dalías es también Mediterráneo. El daliense tiene una clara percepción del medio físico de su municipio, formado por tres unidades naturales: la Llanura Litoral/el Mar, la Montaña y el Valle intramontano con el manantial de las Fuentes (el Arroyo), heterogéneas pero de economía complementaria que, aunque parezca una contradicción, generan factores y elementos de integración. Si bien el entorno inmediato es el Valle/manantial de las Fuentes (Arroyo) y, sobre todo, el núcleo urbano, centro de gravedad demográfica y factor decisivo para configurar la idea de pertenencia a un territorio.

A mediados del siglo XVIII la villa, cuya estructura urbana refleja los rasgos de su origen musulmán y repoblador, aparece nucleada en cuatro fuertes nudos: El Margen, Almohara, Iglesia y El Presidio; El Olmo, Herrela y Alberquillas; Cantarranas y Cerro de la Vía Sacra; La Ermita, Celín, Cerrillo de las Ánimas, Algízar, Almecete y El Algarrobal.

La Dalias dieciochesca desaparece con el terremoto de 1804, si bien, la reconstrucción respetó la trama preexistente, en la que decaen algunos de los barrios y calles citados, y se configuran y consolidan otros como: El Pósito, El Panteón, Cuerdas, San Sebastián, Plaza, Calle Empedrada y San Cristóbal.

El conjunto urbano, de trazado irregular, se esfuma en una serie de calles, frecuentemente estrechas, callejones y plazas, las más de las veces pequeñas. La construcción del nuevo templo de Santa María de Ambroz originó un espacio de relación doble, pues se configuraron dos plazas, la dejada por la derruida iglesia vieja, la Plaza de Abajo, definida y caracterizada por una construcción de soportales, mientras que el nuevo templo parroquial y el ayuntamiento enmarcan la Plaza de Arriba. Ambos espacios constituyen dos dominios distintos estética y funcionalmente.

En los primeros decenios del siglo XX la villa, para su mejor gobierno y funcionalidad en los diferentes aspectos, se divide en cuatro cuarteles o distritos:

1º – Calle de Almargen y Barrios de Almohara, Ayudante, Panteón, Iglesia, Cuerdas y San Sebastián,

2º – Barrios de La Plaza y del Olmo, Calles Empedrada, Herrela y Correo, y Barrios de Las Alberquillas y de San Cristóbal.

3º – Barrio de Cantarranas.

4º – Barrios de Celín, Cerros y Algízar.

Dalías es asimismo su Tierra, así se agregan Guardias Viejas al distrito segundo y Balerma y El Campo al tercero.

La casa presenta una gran variedad, reflejando la cualificación socio-profesional y el nivel económico de sus moradores, con hondas raíces históricas. El 28 de marzo de 1805 Simón de Rojas Clemente es informado, para su obra Historia Natural del Reino de Granada, que «las casas de Dalías tienen gran cocina oblonga por primera habitación, a la cual se entra por la puerta de la calle; de la cocina parten puertas que van, una al corral, otra a un cuarto repostero, otra a una sala dormitorio. El segundo piso es granero. El techo último es terrado de launa». La acumulación de rentas generadas por la minería y la agricultura, trae consigo la implantación, en los últimos decenios del siglo XIX y primeros del XX, del característico modelo de vivienda burguesa almeriense, dando una peculiar silueta a la villa, igualmente con significativos ejemplos en El Ejido, y que terminará manifestando el propio edificio del Casino. El hogar familiar no puede sustraerse de las herencias históricas, siendo en este aspecto donde aparece un elemento-símbolo de la casa en Dalías: el huerto-jardín.

En 1860 el municipio de Dalías tiene 10.694 habitantes y 2.723 viviendas (2.304 en la villa y 419 en el resto del territorio, especialmente en el Campo, Balerma posee 82).

En 1887 se aprecia un espectacular descenso de población, pues cuenta con 6.294 habitantes: 3.643 en la villa y 2.651 prácticamente en el Campo, que representa numerosas entidades de población permanente, y entre las cuales destaca Balerma con 880 habitantes; el número de viviendas es de 2.118: 1.320 en la villa, y 798 en las entidades de población del Campo, de las cuales Balerma tiene 265.

Gabriel García Fornieles y la fotografía de su época

Personalidad. El artista ha ido formando su carácter en una época conocida por algunos historiadores como edad de las masas, caracterizada por la modernización de los hábitos

gabrielgarcia

 

http://www.elalmeria.es  01.12.2013   |  PEDRO PONCE MOLINA

A la vista del interés y excepcionalidad del fondo fotográfico sobre la Dalías del primer tercio del siglo XX, que constituye la colección de las hermanas Giménez Luque, nos preguntamos ¿quién fue el autor? La información proporcionada por su madre Isabel Luque Guillén y otros parientes como doña Elisa Giménez García, lleva a atribuir la autoría a Gabriel García Fornieles, en un periodo de tiempo centrado fundamentalmente en el segundo y tercer decenios del siglo XX, especialmente entre los años 1914 y 1920.

Importantes, para fijar criterios sobre su personalidad, han sido los datos sobre los orígenes familiares. Sus padres fueron Gabriel García, boticario, e Irene Fornieles, hija única y heredera universal de uno de los principales terratenientes de la Dalías de los últimos decenios del siglo XIX. En las listas de los electores de Diputados a Cortes del distrito de Berja para el año 1858, en Dalías aparecen 80 hombres con derecho a voto, figurando en primer lugar José Fornieles Godoy que paga una contribución directa de 3.116 reales, seguido, en segundo lugar, por Eugenio Peralta con 1.273, en el séptimo puesto está Juan A. Fornieles con 794, y en la posición setenta y cuatro Gabriel Fornieles con 405 reales. Gabriel García e Irene Fornieles fueron padres de: David (médico), Eloísa (soltera), Irene (soltera), José, Gabriel (soltero), Dolores, Isabel y Salvador (soltero). En estos tiempos las fotografías son objetos de difícil adquisición que no se los pueden permitir muchos.

Gabriel García Fornieles ha ido formando su personalidad en una época conocida por algunos historiadores como edad de las masas, caracterizada por la modernización de los hábitos y el desarrollo de nuevas formas de cultura colectiva (fotografía, cine, deporte, etc.), aparición de comportamientos emocionales y sentimientos colectivos que con frecuencia la política trata de encauzar y manipular, y el afloramiento de la opinión pública, en función de la mayor accesibilidad a la prensa. La Primera Gran Guerra será el inicio de una nueva etapa hasta el estallido del Segundo Conflicto bélico en 1939.

La expansión de publicaciones periódicas fue posible por el desarrollo de medios técnicos que permitieron una rápida edición y el telégrafo, explicándose también por la difusión del sistema educativo y la ampliación de la libertad de expresión. Dalías no fue ajena a este movimiento, como tampoco lo fue Gabriel García Fornieles que en 1907 publica en la prensa local un artículo titulado «De mi pueblo/La Democracia», continuando con otros sobre las irregularidades en los riegos.

El profesor Donato Gómez, en un excelente y esclarecedor artículo sobre Los fotógrafos de la ciudad de Almería, ha puesto de manifiesto las dificultades existentes en el siglo XIX para obtener material fotográfico, bien fuera de tipo químico o papeles, y, por supuesto, cámaras; así como también que desde comienzos del XX la cosa cambia, al surgir establecimientos, fundamentalmente droguerías, e incluso especialistas en reparación de aparatos fotográficos.

La comercialización de cámaras de uso fácil (el famoso eslogan de Kodak «Apriete el botón, nos encargamos de lo demás») revoluciona el mercado de la fotografía. El comienzo del siglo XX supone la ampliación del uso de cámaras fotográficas, y el desbordamiento de los fotógrafos profesionales, sustituidos en ambientes familiares por los aficionados. En estos momentos entramos en el siglo de la imagen.

En la Crónica Meridional, 20 de junio de 1907, apareció el escrito siguiente:

Instantáneas 

Me produce indignación 

ver que la fotografía 

siendo una noble afición 

se ha convertido en manía. 

Hoy todo bicho viviente 

pretende hacer un retrato; 

hoy no es persona decente 

quien no tiene un aparato. 

Todos presumen de artistas 

y lucen su habilidad 

sacando tipos y vistas 

del campo y de la ciudad. 

y hasta hay personas discretas 

que hacen de eso una virtud, 

y a gusto viven sujetas 

a tan negra esclavitud… 

Si hay entierros, procesiones, 

meeting, desfiles, revistas… 

¡allá van esos varones 

para llevarse las vistas! 

y en la carrera se ven, 

-que en ellas todos se juntan- 

aquí y allá más de cien 

máquinas que nos apuntan. 

Aunque el tiro no les falle 

la gente los toma a guasa 

¡que si apuntan en la calle 

disparan luego… en su casa! 

¡Bendigamos y admiremos 

la afición contemporánea, 

y nuestro canto elevemos 

a la máquina instantánea!

Gabriel García Fornieles, muy distante para bien de lo anterior, ha captado en todo su valor y posibilidades la nueva cultura visual unida a la fotografía, pero en convivencia con la pintura y la tradición literaria, de la cual no está al margen, pues es un gran lector y cuenta con una bien dotada biblioteca, en la que conviven las últimas novedades literarias con tratados de diferentes materias, varios, incluso, de arquitectura y en francés.

Los artículos sobre el Fondo Fotográfico Gabriel García Fornieles no hubieran sido posibles, por una parte, sin la buena voluntad y generosidad de las hermanas Giménez Luque y de doña Isabel Luque Guillén (viuda de don Manuel Giménez García) su madre, propietarias de las fotografías, y, por otra, sin la desinteresada colaboración y buen hacer de José M. García Lirola, Francisco González Criado, José Luis Sáez Pinel, José Serrano Lara y Diario de Almería; a todos/as mi gratitud.