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Unidades naturales diversas pero complementarias

Amor a la tierra. El daliense no escapa al sentido de territorialidad de los seres humanos, a la personificación del territorio en el que vive y explota, llegando a la identificación con el paisaje

http://www.elalmeria.es 15.06.2014 | PEDRO PONCE

Manuel de Terán, el sistematizador de la Geografía moderna en España, recordaba la frase de J. Maragall: «dichosa la ciudad que tiene una montaña al lado», y apreciaba en ella un atractivo continuo, en el caso de Dalías el aliciente se incrementa al encontrarse el municipio entre la sierra de Gádor y el mar, el cual siempre ha estado muy presente en su devenir, indudablemente Dalías es también Mediterráneo, como ponen de manifiesto algunas de las más significativas fotografías de Gabriel García Fornieles: Salinas de Guardias Viejas, barcos de pesca y veraneantes en Balerma, etc., éstas junto con otras igualmente expresivas («desenvueltos para la plantación de parras, asentamientos de molinos en el entorno del Arroyo de Celín), nos llevan a considerar que el ser humano, el grupo social, la comunidad se sitúan y actúan en un marco geográfico.

En el primer tercio del siglo XX el municipio de Dalías, como venía ocurriendo desde la «taha» musulmana/morisca, estaba formado por unas evidentes y bien definidas unidades naturales: la sierra de Gádor; el Valle intramontano, con el manantial de las Fuentes/Arroyo de Celín, ocupado por el núcleo urbano y la Vega intensamente regada; la extensa Llanura (el Campo/El Ejido) en la cual predomina el secano gracias a las roturaciones que venían avanzando imparablemente desde siglos anteriores, si bien irá cediendo progresivamente en favor del regadío permanente, en convivencia con el temporal/cuatrienal de las cañadas; y el mar Mediterráneo.

Las corrientes geográficas humanistas propugnan ver el territorio con los ojos de sus ocupantes, los cuales inevitablemente formularán preguntas y plantearían respuestas desde la perspectiva de sus necesidades y capacidades. Estas imágenes debemos considerarlas como un conjunto unitario, interrelacionado en el proceso de definición de la forma, de configuración del municipio de Dalías.

En el primer tercio del siglo XX el territorio daliense es un «espacio vital», resultado de una larga trayectoria histórica. El espacio organizado estará en todo caso lindado, con la consiguiente división y organización administrativa del territorio: el término municipal de Dalías.

El Fondo Fotográfico Gabriel García Fornieles/Colección Hermanas Giménez Luque resulta fructífero para aplicar en el municipio de Dalías una escala de observación distinta, encaminada a hacer una Historia total, particularizada, que permita profundizar en la identidad de los sujetos históricos, en tanto en cuanto éstos son abarcables y cognoscibles, explicando así mejor la Historia de la gente sin historia, de las personas normales que no son protagonistas habituales de los grandes acontecimientos, en su vida diaria, frecuentemente más dura de lo deseable. Reconstruir esa normalidad en un territorio pequeño nos permite apreciar la vida y el espacio cotidianos, observando a las personas en el trabajo, anotando lo que consumen y cómo se divierten, el ritmo del tiempo y las formas de vida, fiestas, actos.

La contemplación de ciertas fotografías: jornaleros en plena faena y almorzando con sus familias en los «desenvueltos» para la plantación de parras, visita al cortijo-ermita de Cueva Blanca, barrilería, veraneantes en Balerma, conduce a lo afirmado por Georges Duby («Historia Social e ideologías», en Hacer la Historia, v. l): La Historia de las sociedades debe fundarse, entre otras cuestiones, en un análisis de las estructuras materiales de la organización de los grupos, la situación de los individuos en la red de relaciones, su posición en el seno de una jerarquía compleja de estratos superpuestos, la distribución de poderes entre ellos no puede quedar de manifiesto de manera clara sin reunir previamente todos los indicios encaminados a reconstruir los componentes del espacio que los hombres y mujeres han ocupado, ordenado y explotado, prestando atención a los fenómenos mentales, nivel de las técnicas de producción, como se encontraban repartidas las tareas, etc., aparecerán nuevos campos de investigación, con el corolario de relectura de las fuentes conocidas e incluso la utilización de otras nuevas: la fotografía emerge con fuerza. Lo que se puede contar tiene su imagen, la Dalías del primer tercio del siglo XX requería miradas inquietas y las encontró en Gabriel García Fornieles, cuyo Fondo Fotográfico en la Colección Hermanas Giménez Luque resulta coherente en el espacio y permanente en el tiempo, y ofrece una representación de la totalidad de la sociedad, desde el punto de vista del fotógrafo.

El paisaje convertido en punto de referencia, gracias a los esquemas de percepción y a la identidad espacial de las personas, conduce a la noción de espacio físico, pero también a la estimación como un territorio emblemático con historia, convirtiéndose en referente simbólico e iconográfico, un caso significativo al respecto, entre otros, es el de la Plaza de Abajo/Las Flores en las más variadas versiones existentes en el Fondo Fotográfico Gabriel García Fornieles/Colección Hermanas Giménez Luque.

La Vega y el parral de 1907 evidencian esta dicotomía. José Zabala Baena nos presenta una visión, del medio físico y humano de los mismos, basculante entre lo idílico y lo paradisíaco, mientras la realidad acabará manifestándose. En el citado año se retorna el asunto, siempre latente, de la guardería de la Vega. En la de Celín se han eliminado los ganados y las numerosas veredas por debajo de los parrales, solamente han quedado las de «servidumbre forzosa», declarando: «allí no se ven ya yerberas que, con el pretexto de ir en busca de pámpanos y yerbas, atacaban los frutales, trayéndose espuertas y sacos medios de fruta», recurriendo a métodos tan expeditivos como el empleado por el nuevo guarda de Almohara, el cual «ha denunciado pastores, roto espuertas y sacos a mujeres y chiquillos amantes de la fruta ajena, y ha vuelto a muchas personas que cruzaban por bajo de parrales de otro».

En agosto de 1907 Francisco Callejón Moreno, en un extenso escrito titulado ¡Pobres parraleros!, habla de la huelga de barrileros, promovida, según él, para acabar con el pequeño fabricante. Se ocupa de los males del parralero, «a causa del ruinoso año anterior», sin recursos para comprar los barriles al contado, viéndose «en la necesidad de contratarlos a liquidación, injustamente recargados en el precio», prosigue diciendo que los barrileros ganan de jornal seis pesetas por término medio y reclaman «la friolera de doce»; mientras muchos parraleros tienen que dar una peonada para ganar dos pesetas, y, en cambio el barrilero quiere ganar doce».

Luces y sombras de una comunidad agraria andaluza viviendo plenamente los tiempos de cambio. Pero ya lo sentencia la copla:

Andalucía mía, novia del cielo 

llevas por alegrías todos tus duelos 

Andalucía mía, traje de luces 

por ti ríen y lloran los andaluces.

En el municipio de Dalías aparecen ámbitos muy significativos, puntos de referencia en el espacio y en el tiempo, y que no deben considerarse aislados, sino conjuntamente en sus aspectos naturales y socioeconómicos. El trabajo, la agricultura, comercio, industria, costumbres, fiestas, creencias, el ritmo del tiempo y las formas de vida cotidiana material y espiritual, conducen a la vigencia social de una concepción del mundo y de la moral social y contribuyen a configurar la villa/ciudad y su Tierra, siendo formas relevantes de la cultura y modos de vida propios del pueblo andaluz de Dalías, sobre el cual se proyectarán las instituciones y estructuras de poder.