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Captar la realidad transmitiendo referencias sociales y culturales

Narrativa. Las instantáneas de los más diversos acontecimientos, tanto cotidianos como extraordinarios, están vinculadas con la ocasión, el encuentro y lo real

http://www.elalmeria 8.6.2014 | PEDRO PONCE

La riqueza de matices y variedad temática de las imágenes comprendidas en el bloque denominado narrativo, permite profundizar en algunos aspectos de las mismas: Niños en la playa de Balerma refleja cierta nostalgia de una infancia que no puede retomar, con una dicción inequívocamente poética; las instantáneas de los más diversos acontecimientos tanto cotidianos como extraordinarios, están vinculadas con la ocasión, el encuentro y lo real; finalmente en otras (Mercado, Tiovivo, espectáculos, feria) nuestro fotógrafo ha sido capaz de contar cosas y, sobre todo, hacerlo con un pluralismo estilístico admirable.

Como en otras ciudades y villas españolas el cine irrumpe en Dalías, el Teatro Español se adaptará a esta nueva situación, acompañado de un nuevo local: el «Coliseo Giménez». En La Voz de Dalías, del 1 de octubre de 1928, se comenta que el domingo 23 de septiembre se inauguró la temporada cinematográfica, en el «magnífico Teatro Español..; la sala no se vio tan concurrida como era de esperar, dadas las buenas condiciones que reúne el coliseo para esta clase de espectáculo notándose sobre todo la ausencia del bello sexo, que sólo estuvo representado por unas cuantas pollitas y muy pocas señoras». La temporada cinematográfica no salía de la atonía: «El Coliseo Giménez continúa cerrado, por ahora; y, en el Teatro Español, siguen las funciones los jueves y domingos», con poca afluencia de público, debido posiblemente a que «la faena de la uva (la reseña es del 24 de octubre) está ahora en todo su apogeo». El Teatro Español, con el afán de conseguir una mayor asistencia de público, los días 28, 29 y 30 de octubre de 1928, proyectará El juramento de Legardere, película de gran éxito, «en cinco jornadas a cuatro partes cada una», con los precios siguientes:

El teatro continuaba suscitando el interés de los dalienses, en La Voz de Dalías del 5 de diciembre de 1928, se reseña la representación, en el Teatro Español del drama de José Mata, En mitad del corazón, por la compañía de Juan Zafra, «cuyo elenco es muy aceptable y se captó el favor del público, que en las funciones sucesivas llena, casi por completo, el teatro».

En los primeros años de la euforia del parral la renta generada por el mismo terminará reflejándose en determinadas actitudes sociales, a las ya comentadas anteriormente podemos añadir algunas matizaciones. En su primer número La Idea se hace eco de las «reiteradas instancias, que por parte de varios jóvenes de ésta se nos han hecho», para disponer de una sección titulada Certamen de belleza, con destino a la misma, los suscriptores podrán «enviamos una composición en verso, dedicada a la señorita de su agrado, siempre ajustándose a las leyes que impone la moral y la educación, y que no exceda de veinte versos», tuvo un considerable éxito y muy buena aceptación. En 1907 Jesús Reyes, a propósito de la representación teatral de la noche del Corpus, decía: «Entre el selecto público, que invadía el profusamente iluminado local, encontrábanse las respetables familias… Las preciosas toilettes de tonos primaverales, con el bello sexo, hacía resaltar sus naturales gracias, y, por otra parte, el escogido repertorio, que ejecutó la orquesta, dieron esplendor al acto».

La situación distaba bastante de lo radiante e idílico expuesto en algunos escritos de las revistas locales: las crónicas sobre el teatro, la sección Certamen de belleza, las representaciones teatrales, y algunas acuarelas del joven José María Zabala y en la misma prensa se detecta que un numeroso grupo de dalienses vivía en condiciones muy alejadas de lo reflejado, presentando considerables carencias socioeconómicas, ofreciendo una normalidad cotidiana, con frecuencia, demasiado dura. En La Idea, 1907, aparecerán editoriales planteando la cuestión de los más desfavorecidos, y Enrique Marín, en un largo escrito congratulándose de las conquistas positivas alcanzadas en el municipio y augurando otras mayores, no se olvida de los perjudicados, proponiendo la fundación de un asilo «para ancianos pobres, hijos de este pueblo». No obstante, todavía en 1934, el estado de opinión era el de «¿por qué se calla la Junta pro asilo de Dalías?».

Unidades naturales diversas pero complementarias

Amor a la tierra. El daliense no escapa al sentido de territorialidad de los seres humanos, a la personificación del territorio en el que vive y explota, llegando a la identificación con el paisaje

http://www.elalmeria.es 15.06.2014 | PEDRO PONCE

Manuel de Terán, el sistematizador de la Geografía moderna en España, recordaba la frase de J. Maragall: «dichosa la ciudad que tiene una montaña al lado», y apreciaba en ella un atractivo continuo, en el caso de Dalías el aliciente se incrementa al encontrarse el municipio entre la sierra de Gádor y el mar, el cual siempre ha estado muy presente en su devenir, indudablemente Dalías es también Mediterráneo, como ponen de manifiesto algunas de las más significativas fotografías de Gabriel García Fornieles: Salinas de Guardias Viejas, barcos de pesca y veraneantes en Balerma, etc., éstas junto con otras igualmente expresivas («desenvueltos para la plantación de parras, asentamientos de molinos en el entorno del Arroyo de Celín), nos llevan a considerar que el ser humano, el grupo social, la comunidad se sitúan y actúan en un marco geográfico.

En el primer tercio del siglo XX el municipio de Dalías, como venía ocurriendo desde la «taha» musulmana/morisca, estaba formado por unas evidentes y bien definidas unidades naturales: la sierra de Gádor; el Valle intramontano, con el manantial de las Fuentes/Arroyo de Celín, ocupado por el núcleo urbano y la Vega intensamente regada; la extensa Llanura (el Campo/El Ejido) en la cual predomina el secano gracias a las roturaciones que venían avanzando imparablemente desde siglos anteriores, si bien irá cediendo progresivamente en favor del regadío permanente, en convivencia con el temporal/cuatrienal de las cañadas; y el mar Mediterráneo.

Las corrientes geográficas humanistas propugnan ver el territorio con los ojos de sus ocupantes, los cuales inevitablemente formularán preguntas y plantearían respuestas desde la perspectiva de sus necesidades y capacidades. Estas imágenes debemos considerarlas como un conjunto unitario, interrelacionado en el proceso de definición de la forma, de configuración del municipio de Dalías.

En el primer tercio del siglo XX el territorio daliense es un «espacio vital», resultado de una larga trayectoria histórica. El espacio organizado estará en todo caso lindado, con la consiguiente división y organización administrativa del territorio: el término municipal de Dalías.

El Fondo Fotográfico Gabriel García Fornieles/Colección Hermanas Giménez Luque resulta fructífero para aplicar en el municipio de Dalías una escala de observación distinta, encaminada a hacer una Historia total, particularizada, que permita profundizar en la identidad de los sujetos históricos, en tanto en cuanto éstos son abarcables y cognoscibles, explicando así mejor la Historia de la gente sin historia, de las personas normales que no son protagonistas habituales de los grandes acontecimientos, en su vida diaria, frecuentemente más dura de lo deseable. Reconstruir esa normalidad en un territorio pequeño nos permite apreciar la vida y el espacio cotidianos, observando a las personas en el trabajo, anotando lo que consumen y cómo se divierten, el ritmo del tiempo y las formas de vida, fiestas, actos.

La contemplación de ciertas fotografías: jornaleros en plena faena y almorzando con sus familias en los «desenvueltos» para la plantación de parras, visita al cortijo-ermita de Cueva Blanca, barrilería, veraneantes en Balerma, conduce a lo afirmado por Georges Duby («Historia Social e ideologías», en Hacer la Historia, v. l): La Historia de las sociedades debe fundarse, entre otras cuestiones, en un análisis de las estructuras materiales de la organización de los grupos, la situación de los individuos en la red de relaciones, su posición en el seno de una jerarquía compleja de estratos superpuestos, la distribución de poderes entre ellos no puede quedar de manifiesto de manera clara sin reunir previamente todos los indicios encaminados a reconstruir los componentes del espacio que los hombres y mujeres han ocupado, ordenado y explotado, prestando atención a los fenómenos mentales, nivel de las técnicas de producción, como se encontraban repartidas las tareas, etc., aparecerán nuevos campos de investigación, con el corolario de relectura de las fuentes conocidas e incluso la utilización de otras nuevas: la fotografía emerge con fuerza. Lo que se puede contar tiene su imagen, la Dalías del primer tercio del siglo XX requería miradas inquietas y las encontró en Gabriel García Fornieles, cuyo Fondo Fotográfico en la Colección Hermanas Giménez Luque resulta coherente en el espacio y permanente en el tiempo, y ofrece una representación de la totalidad de la sociedad, desde el punto de vista del fotógrafo.

El paisaje convertido en punto de referencia, gracias a los esquemas de percepción y a la identidad espacial de las personas, conduce a la noción de espacio físico, pero también a la estimación como un territorio emblemático con historia, convirtiéndose en referente simbólico e iconográfico, un caso significativo al respecto, entre otros, es el de la Plaza de Abajo/Las Flores en las más variadas versiones existentes en el Fondo Fotográfico Gabriel García Fornieles/Colección Hermanas Giménez Luque.

La Vega y el parral de 1907 evidencian esta dicotomía. José Zabala Baena nos presenta una visión, del medio físico y humano de los mismos, basculante entre lo idílico y lo paradisíaco, mientras la realidad acabará manifestándose. En el citado año se retorna el asunto, siempre latente, de la guardería de la Vega. En la de Celín se han eliminado los ganados y las numerosas veredas por debajo de los parrales, solamente han quedado las de «servidumbre forzosa», declarando: «allí no se ven ya yerberas que, con el pretexto de ir en busca de pámpanos y yerbas, atacaban los frutales, trayéndose espuertas y sacos medios de fruta», recurriendo a métodos tan expeditivos como el empleado por el nuevo guarda de Almohara, el cual «ha denunciado pastores, roto espuertas y sacos a mujeres y chiquillos amantes de la fruta ajena, y ha vuelto a muchas personas que cruzaban por bajo de parrales de otro».

En agosto de 1907 Francisco Callejón Moreno, en un extenso escrito titulado ¡Pobres parraleros!, habla de la huelga de barrileros, promovida, según él, para acabar con el pequeño fabricante. Se ocupa de los males del parralero, «a causa del ruinoso año anterior», sin recursos para comprar los barriles al contado, viéndose «en la necesidad de contratarlos a liquidación, injustamente recargados en el precio», prosigue diciendo que los barrileros ganan de jornal seis pesetas por término medio y reclaman «la friolera de doce»; mientras muchos parraleros tienen que dar una peonada para ganar dos pesetas, y, en cambio el barrilero quiere ganar doce».

Luces y sombras de una comunidad agraria andaluza viviendo plenamente los tiempos de cambio. Pero ya lo sentencia la copla:

Andalucía mía, novia del cielo 

llevas por alegrías todos tus duelos 

Andalucía mía, traje de luces 

por ti ríen y lloran los andaluces.

En el municipio de Dalías aparecen ámbitos muy significativos, puntos de referencia en el espacio y en el tiempo, y que no deben considerarse aislados, sino conjuntamente en sus aspectos naturales y socioeconómicos. El trabajo, la agricultura, comercio, industria, costumbres, fiestas, creencias, el ritmo del tiempo y las formas de vida cotidiana material y espiritual, conducen a la vigencia social de una concepción del mundo y de la moral social y contribuyen a configurar la villa/ciudad y su Tierra, siendo formas relevantes de la cultura y modos de vida propios del pueblo andaluz de Dalías, sobre el cual se proyectarán las instituciones y estructuras de poder.

Más allá del retrato inmóvil

Sociedad. La emergente burguesía agraria demandará nuevos servicios y productos y con el paso del tiempo la oferta de entretenimiento y de ocio se va a diversificar

http://www.elalmeria.es 01.06.2104 | PEDRO PONCE 

Como ya hemos dicho, Gabriel García Fornieles es consciente de que Dalías no es sólo la localidad, sino también su amplio territorio hasta el Mediterráneo, y este hecho se manifiesta en la diversidad de escenarios y situaciones, siempre con grupos de personas: veraneantes en Balerma, obreros de las salinas, jornaleros de la Vega, paseantes, asistentes a diversos actos y acontecimientos sociales y políticos, etc.

Invitamos al lector a que repare en las numerosas figuras diseminadas, muestra de una de las satisfacciones más antiguas, sencillas y gratificantes de la fotografía: el placer de lo acumulativo y la paciente delectación en detalles pequeños, subordinados o abrumadores, sólo aparentemente, en su inagotable especificidad, para entrar en la conciencia, y menos en el cálculo, cuando se oprime el disparador, en unas fotografías formalmente perfectas.

La emergente burguesía agraria demandará nuevos servicios y productos. En 1907 Francisco Callejón Baena es presidente de la sociedad anónima Eléctrica de Dalías, de cuya central, levantada el año anterior, es autor Lázaro Gil Pérez, perito electricista, y lo es igualmente de la instalación en la población, que cuenta con alumbrado domiciliario y público. En el mismo año se establece una, «bien montada», fábrica de chocolate, propiedad del juez Gabriel Rubí Martín; y, en la cervecería de Antonio Fernández, sita en la Plaza del Mercado, se ofrece al público «un rico surtido en embutidos, conservas, mantequilla, galletas, aceitunas, y otros artículos de boca, hay también aguardientes, cognacs y cerveza de las mejores marcas, todo a precios económicos».

El daliense de estos tiempos muestra un gran apego a las «veladas», concurriendo «numerosas familias al completo a la Plaza y al Paseo, en el cual la banda de música local, en la noche del Corpus de 1907, deleitó al abundante público asistente. Parte de éste pasó por el Casino y conoció sus nuevos «divanes y butacas», el pintado de las distintas dependencias, y que en la «portada» se ha levantado un «cómodo pabellón para el verano», así como también» se ha encargado, a San Sebastián, un magnífico piano marca Ortiz y Cussí». El 26 de mayo se celebró la procesión de la «Purísima», y en la tarde del 30 de junio, «con mayor solemnidad quizás que otras veces, la del Santísimo Corpus Cristi», presidida por el alcalde y las restantes autoridades locales. Excelente prólogo para la festividad del Cristo de la Luz.

Con el paso del tiempo la oferta de entretenimiento se diversifica. En el año 1928 el daliense en sus momentos de ocio, aparte del Casino, el paseo, el teatro, el cine, puede ir a varios cafés como Los Corales de Antonio García Aguilera, y Alameda, en el que junto al «café, cerveza y aperitivos de todas clases, se sirven comidas y cenas económicas», también puede pasarse por la panadería y bollería de Luis Lirola, y la confitería y pastelería de Luis Luque Lirola; y, si se encuentra en El Ejido, en este año 1928, verá y apreciará que «en el Bar el Lobero se expende cerveza Moriz helada y aperitivos de todas clases; se sirven comidas, conservas y embutidos; sitio céntrico en la Carretera de Málaga a Almería; en este establecimiento se expiden los billetes de la Compañía Alsina y Graells; servicio permanente; Salvador Delgado Palmero». Todo no es recreo y pasatiempo, el daliense puede recurrir a los servicios sanitarios del practicante Antonio Rubio Bonachera y a la Farmacia y Laboratorio de Justo Zabala Baena.

Entre 1885 y 1928 aparecen en Dalías varias publicaciones periodísticas semanales, como El Independiente (1885), La Idea (1907), Juventud (1921), La Voz de Dalías (1928). En torno a éstas surgen y se aglutinan interesantes grupos con inquietudes literarias: Jesús y Francisco Reyes Martínez, José Zabala Baena, Gabriel y Ramón Giménez Lamar, José Baena García, Bernardo Rubio Capilla, Manuel Fornieles, en La Idea; Gabriel Baena Alférez, como los anteriores se decanta preferentemente por la poesía, pero sin olvidar la prosa, José Aparicio (autor de atractivos escritos sobre ciencia y técnica) y Antonio Aparicio, cuyos artículos referentes a educación, enseñanza, el feminismo, presentan novedosos enfoques y planteamientos, destacando lo bien fundamentado de los mismos, en La Voz de Dalías.

La tradicional afición teatral de la villa, en el verano de 1907, conoció una verdadera eclosión, representándose, entre otras obras, Parada y Fonda, Un minuto más tarde, Barro y Cristal, Al negocio, Los Tocayos, por los jóvenes de la localidad: Jesús Maldonado, Francisco Baena Alférez, Juan González Salmerón, Gabriel Alférez, Gabriel Figueredo, Daniel Baena, Manuel Fornieles, Francisco Fornieles, Vicente Baena, José Díaz, Francisco Lirola, Figueredo Herrada, y Rubio Capilla, el cual, entre numerosos personajes, fue el protagonista indiscutible de El gastrónomo sin dinero. En la trayectoria teatral de Dalías la noche de San Juan del citado año marcó un hito, con el estreno de la obra «cómico-lírica Amar en ayunas», letra de Ramón Giménez Lamar y música de Gabriel de Callejón y Justo Zabala, todos dalienses, igual que lo eran los músicos de la orquesta, y el joven José María Zabala, autor de la acuarela-telón del teatro.

Como era de esperar el teatro profesional está igualmente muy presente en este verano de 1907. La compañía Cabalat ha representado: El hereu, Tierra baja, Inocencia, La Tosca, Del enemigo el consejo, La oración de la tarde, El paño de lágrimas. En la obra lírica Los baturros «la señorita Bozzano y el señor Escaloni» se revelaron, además de actores, como cantantes. La fama conseguida por la compañía Cabalat motivó su contrato, quince funciones, para actuar en Balerma «durante la presente temporada», finalizó con gran éxito y masiva asistencia de público, «cosechando muchos aplausos de la colonia veraniega que allí reside».

El retrato, reflejo y memoria de una sociedad

Representación. Algunas de las fotografías, de grupos más o menos numerosos, llaman la atención, a través de la composición y del tema, utilizando argumentos muy clásicos

http://www.elalmeria.es 11.05.2014 | PEDRO PONCE

La fotografía a finales del siglo XIX comienza a ser un objeto habitual de representación social, poco a poco es más común fotografiarse, aunque sólo unas pocas veces durante toda la vida. 

Si la fotografía de personas no sólo debe representar, sino también persuadir a los retratados, no cabe duda que las de Gabriel García Fornieles debieron resultar bastante convincentes. Algunos retratos, de grupos más o menos numerosos, llaman la atención, a través de la composición y del tema, utilizando argumentos muy clásicos. En ellos, sin embargo, no se da la rigidez tan presente y característica en este tema y, en ocasiones se convierten en reflejos de una sociedad y fuente de información sobre los gustos y la mentalidad de una época. 

A partir de finales del siglo XVI la población de Dalías aumenta espectacularmente, multiplicándose por doce entre 1575 (100 vecinos, unos 400 habitantes) y 1752 (1.200 vecinos, 4.973 habitantes), desde este último año y hasta 1860 la población se duplica, pues cuenta con 10.694 habitantes. El desarrollo de la minería del plomo en la sierra de Gádor, a lo largo de la primera mitad del ‘siglo XIX de manera más o menos fluctuante, provoca un considerable incremento poblacional; de este hecho se hace eco en 1838 el cura párroco de Santa María de Ambroz, Juan Antonio García, cuando expone lo inapropiado del local provisional de su iglesia, debido a la gran cantidad de «vecindario y forasterío» que acude al mismo los días ‘festivos, al haber aumentado considerablemente la población, por la necesidad de obreros para la explotación de las minas y fundición de plomo de la sierra de Gádor, y Juan Antonio Fornieles, párroco de Celín, cifra en 10.000 el número de habitantes en el año 1846. A la villa, cabecera de una rica comarca, llega el flujo de la renta generada por las actividades agrarias, pesquera/salinera, y minera. Aparece con sus luces y sombras, un rico conglomerado humano, formando todos la verdadera imagen del pueblo de Dalías. 

En 1887 el número de habitantes es de 6.294 (4.047 en la villa y 2.247 en el Campo/El Ejido). Si el progreso de la minería origina un importante crecimiento de la población, su crisis provoca, como vemos, un no menos considerable descenso de la misma. A partir del último tercio del siglo XIX la población concentrada en la villa comienza a disminuir en beneficio de los hábitats rurales de su Tierra, así en 1950 el Campo/El Ejido contaba-con el 62 % de los habitantes del municipio, al tener 7.160 de un total de 11.484, de los cuales 4.324 residen en la ciudad de Dalías. 

El daliense de comienzos del siglo XX no puede sustraerse a la identidad espacial de las personas con su tierra de origen, la percepción de los espacios, recorridos y perdidos, parece agudizarse por la ausencia de los mismos. Antonio Baena Zamora, natural de Dalías y residente en Madrid, en el año 1907 escribe: «Recuerdos, a mis bellas paisanas. Camino de paseo, donde voy a distraer mi fatigado espíritu de las luchas y preocupaciones sociales de esta moderna Babilonia … He aquí a la altiva y encopetada señora que, arrastrada por el moderno automóvil, pasa … Llega después, por la amplia avenida, el aristocrático carruaje de poderosos alazanes … Descubro a la elegante cocotte que nos adelanta, serena y altiva, por la acera, desafiando con sus provocativos ojos … Yo, como todos los que tenemos recuerdos, sólo miro al infinito, cual si a través de sus capas vislumbrara seres e imágenes para mi, inolvidables; y, sentándome, en uno de los más apartados bancos del paseo, sueño con los ojos abiertos… » 

En el Madrid conflictivo en, el tránsito del siglo XIX al XX un daliense, el sacerdote José María Rubio Peralta, dará testimonio de su entrega total a los más necesitados, incrementándola posteriormente hasta límites excepcionales, y a él, que mantenía una fluida correspondencia con sus familiares, llegarían los ecos de la declaración de su villa natal como ciudad en 1920, por «el creciente desarrollo de su agricultura, industria y comercio, y a su constante adhesión a la Monarquía». Dalías es más que una agrovilla tradicional.

 

 

Nuevos paradigmas en la representación de edificios y espacios

Dalías. En el primer tercio del siglo XX, los dictados anglosajones fijaron las directrices de acuerdo con su formación racionalista como dibujantes o arquitectos

           antiguos jardines de la plaza de las flores                          (hasta el año 2003)                     

http://www.elalmeria.es 16.03.2014| PEDRO PONCE

Las misiones heliográficas, desde ya lejanos tiempos, se rigieron por los paradigmas dictados por anglosajones, que fijaron las directrices para representar edificios y escenarios urbanos, de acuerdo con su formación racionalista como dibujantes o arquitectos. Gabriel García Fornieles, en cuya completa biblioteca no faltaban tratados de arquitectura extranjeros, debía conocer estos paradigmas, con el resultado muy aceptable de sus fotografías sobre edificios: su propia casa, casas de la Plaza de la Iglesia con el kiosco de la música, ayuntamiento, casino, soportales y viviendas de la Plaza de Abajo/de las Flores, Plaza de la Iglesia con elementos de arquitectura efímera para la celebración de las fiestas y unas interesantes casas y monumental fuente desaparecida, la iglesia parroquial todavía no finalizada, cortijos de la Vega y del Campo/El Ejido, ruinas de la torre de Entinas con cortijos, Faro del Sabinal.

En el año 1900 habitantes y casas en el municipio se estructuran de la siguiente manera: Balerma 979 habitantes, Guardias Viejas 128, Grupos inferiores, inhabitables, edificios diseminados, situados a más de 500 metros de distancia de la Villa de Dalías 1.263; Villa de Dalías 3.909 habitantes; Barriada de Celín 593; Caserío de Cerros 311. Total: 7.183 habitantes.

Hasta el abastecimiento domiciliario de agua potable, en el año 1928, el vecindario se surtía de varias fuentes, las cuales daban una impronta característica al núcleo urbano, por su doble funcionalidad de atender el consumo doméstico y servir de abrevadero: la de la Plaza de Arriba, de Peralta, del Deseo, del Limón, y las de la Iglesia y Placeta en Celín. Por su monumentalidad y valor decorativo destacaba la fuente de la Plaza de Arriba, existente ya a mediados del siglo XIX. con ocho caños y dos pilares-abrevaderos.

Como ocurre en otras localidades (Laujar, Fondón, Baeza) esta fuente, aparte de su función utilitaria, se convierte en foco de referencia de la trama urbana de la villa de Dalías y lamentablemente fue eliminada en 1932.

Dalías/El Ejido en el primer tercio del siglo XX (I)

Gabriel García Fornieles. En la configuración de sus imágenes se aprecia la ambigua convivencia de elementos arquitectónicos nuevos y tradicionales en el conjunto urbano

http://www.elalmeria.es  PEDRO PONCE |  09.03.2014

Gabriel García Fornieles fue testigo, por una parte, de la Dalías que ya había experimentado, en su trama urbana y caserío, los cambios generados por la minería y el bache debido a la profunda crisis de la misma, y, por otra, la de los grandes cambios, los cuales la harían irreconocible, gracias al parral y al desarrollo del Campo/El Ejido con Fuente Nueva, como muestran las fotos de varias plazas, calles, casas, entre otras la del propio fotógrafo, y cortijos, la que representa el de Cueva Blanca es extraordinaria. En la configuración de estas imágenes se aprecia la ambigua convivencia de elementos arquitectónicos nuevos y tradicionales.

En 1907 Bernardo Rubio Capilla, desde Celín, escribía: «Dalías una población que cuenta con una Vega tan hermosa, con un Campo tan extenso, y con una Sierra tan rica», y, al mismo tiempo, Jesús Reyes Martínez, lo hacía desde el Litoral: «Heme, aquí en Balerma, en este ignorado rincón del mediodía, gozando de los mil encantos, con que la naturaleza se ha dignado embellecerlo». La villa se encuentra en el interior, pero Dalías es también Mediterráneo. El daliense tiene una clara percepción del medio físico de su municipio, formado por tres unidades naturales: la Llanura Litoral/el Mar, la Montaña y el Valle intramontano con el manantial de las Fuentes (el Arroyo), heterogéneas pero de economía complementaria que, aunque parezca una contradicción, generan factores y elementos de integración. Si bien el entorno inmediato es el Valle/manantial de las Fuentes (Arroyo) y, sobre todo, el núcleo urbano, centro de gravedad demográfica y factor decisivo para configurar la idea de pertenencia a un territorio.

A mediados del siglo XVIII la villa, cuya estructura urbana refleja los rasgos de su origen musulmán y repoblador, aparece nucleada en cuatro fuertes nudos: El Margen, Almohara, Iglesia y El Presidio; El Olmo, Herrela y Alberquillas; Cantarranas y Cerro de la Vía Sacra; La Ermita, Celín, Cerrillo de las Ánimas, Algízar, Almecete y El Algarrobal.

La Dalias dieciochesca desaparece con el terremoto de 1804, si bien, la reconstrucción respetó la trama preexistente, en la que decaen algunos de los barrios y calles citados, y se configuran y consolidan otros como: El Pósito, El Panteón, Cuerdas, San Sebastián, Plaza, Calle Empedrada y San Cristóbal.

El conjunto urbano, de trazado irregular, se esfuma en una serie de calles, frecuentemente estrechas, callejones y plazas, las más de las veces pequeñas. La construcción del nuevo templo de Santa María de Ambroz originó un espacio de relación doble, pues se configuraron dos plazas, la dejada por la derruida iglesia vieja, la Plaza de Abajo, definida y caracterizada por una construcción de soportales, mientras que el nuevo templo parroquial y el ayuntamiento enmarcan la Plaza de Arriba. Ambos espacios constituyen dos dominios distintos estética y funcionalmente.

En los primeros decenios del siglo XX la villa, para su mejor gobierno y funcionalidad en los diferentes aspectos, se divide en cuatro cuarteles o distritos:

1º – Calle de Almargen y Barrios de Almohara, Ayudante, Panteón, Iglesia, Cuerdas y San Sebastián,

2º – Barrios de La Plaza y del Olmo, Calles Empedrada, Herrela y Correo, y Barrios de Las Alberquillas y de San Cristóbal.

3º – Barrio de Cantarranas.

4º – Barrios de Celín, Cerros y Algízar.

Dalías es asimismo su Tierra, así se agregan Guardias Viejas al distrito segundo y Balerma y El Campo al tercero.

La casa presenta una gran variedad, reflejando la cualificación socio-profesional y el nivel económico de sus moradores, con hondas raíces históricas. El 28 de marzo de 1805 Simón de Rojas Clemente es informado, para su obra Historia Natural del Reino de Granada, que «las casas de Dalías tienen gran cocina oblonga por primera habitación, a la cual se entra por la puerta de la calle; de la cocina parten puertas que van, una al corral, otra a un cuarto repostero, otra a una sala dormitorio. El segundo piso es granero. El techo último es terrado de launa». La acumulación de rentas generadas por la minería y la agricultura, trae consigo la implantación, en los últimos decenios del siglo XIX y primeros del XX, del característico modelo de vivienda burguesa almeriense, dando una peculiar silueta a la villa, igualmente con significativos ejemplos en El Ejido, y que terminará manifestando el propio edificio del Casino. El hogar familiar no puede sustraerse de las herencias históricas, siendo en este aspecto donde aparece un elemento-símbolo de la casa en Dalías: el huerto-jardín.

En 1860 el municipio de Dalías tiene 10.694 habitantes y 2.723 viviendas (2.304 en la villa y 419 en el resto del territorio, especialmente en el Campo, Balerma posee 82).

En 1887 se aprecia un espectacular descenso de población, pues cuenta con 6.294 habitantes: 3.643 en la villa y 2.651 prácticamente en el Campo, que representa numerosas entidades de población permanente, y entre las cuales destaca Balerma con 880 habitantes; el número de viviendas es de 2.118: 1.320 en la villa, y 798 en las entidades de población del Campo, de las cuales Balerma tiene 265.